Cómo pacificar al "Homo Violentus"


Algunas agresiones de gran violencia resultan muy perturbadoras, especialmente  cuando los implicados (víctimas y perpetradores) son apenas adolescentes, o incluso tan solo niños de corta edad. ¿Cómo puede suceder algo así?, nos preguntamos sobrecogidos. Para intentar entenderlo deberíamos escarbar en las posibles causas. Si supiéramos lo que fomenta la agresividad -y lo que la contiene- podrían controlarse mejor los impulsos violentos de los individuos y grupos más agresivos (suponiendo que exista tal cosa). Aparentemente sabemos bastante; en este post haré un repaso -no exhaustivo- a algunas ideas, teorías y posibles soluciones (¿lógicas?).



"Existen cuatro factores que determinan prácticamente todo el descenso de criminalidad visto en la década de 1990 en U.S.A.: el incremento del número de policías, el aumento de la población penal, la disminución de la epidemia del crack y la legalización del aborto. Por tanto, concluyo que la baja en la criminalidad realmente no es un enigma, sino que está suficientemente explicada por las teorías disponibles."       Steven D. Levitt, economista, coautor de Freakonomics

Mientras que medidas del tipo aumentar el número de policías o meter a más gente en la cárcel no hace a la gente menos violenta, sino que "contiene" las manifestaciones de violencia (a un precio bastante caro y por un tiempo), la reducción del consumo de cierto tipo de drogas o la legalización del aborto fueron factores que incidían en que hubiera menos gente agresiva. Por supuesto, causas como la legalización del aborto* son menos evidentes (y mucho más discutidas y difíciles de aceptar); no se creía que la correlación tuviera una explicación causa-efecto porque se produce con un desfase temporal de casi dos décadas. Pero no es la única causa que pasaría desapercibida.

La teoría destacada descansa sobre dos premisas: 1) los hijos no deseados están en mayor riesgo de caer en la delincuencia, y 2) el aborto legalizado lleva a una reducción en la cantidad de embarazos no deseados.
Con respecto a la primera premisa, la evidencia es muy clara respecto al negativo impacto que generalmente tienen los ambientes familiares adversos en una eventual tendencia del niño hacia las actividades delictivas (Loeber y Stouthamer ­Loeber, 1986; Sampson y Laub, 1993). Un grupo de investigaciones se ha centrado en casos de mujeres que residen en jurisdicciones en donde se necesita aprobación gubernamental para realizarse un aborto y al buscar la posibilidad de hacerse uno, ésta les fue negada (Dagg, 1991; Davis, Dytrych, Matejcek y Schuller, 1988). Por ejemplo, Dagg (1991) cita que estas mujeres, a pesar de todo, se quedan con sus niños en vez de darlos en adopción, aunque frecuentemente se arrepienten del hijo no deseado. Estos niños que nacen debido a que a sus madres se les negó la posibilidad de realizarse un aborto son sustancialmente más dados a estar involucrados en delitos, incluso cuando los niveles de ingresos, edad, educación y salud de la madre son buenos.


Otra economista, Jessica Wolpaw Reyes, relaciona la reducción de la violencia a la menor exposición infantil al plomo de la gasolina. En sus palabras; "incluso niveles de bajos a moderados de exposición pueden llevar a problemas de comportamiento, reducción del coeficiente intelectual, hiperactividad y a la delincuencia juvenil. Se puede asociar esa disminución en el plomo entre 1975 y 1985 a un menor registro de crímenes violentos 20 años después".  "Se ha estimado que en la década de los 70 alrededor del 90% de los niños estadounidenses tenía niveles de plomo que hoy serían motivo de preocupación", Su investigación relacionaba el momento en que las leyes estatales prohibían el plomo y la caída de los delitos en las estadísticas delictivas.

"Hay consenso entre los toxicólogos de que cada aumento de 10 µg/dL en sangre de los niveles de plomo desciende entre 1 a 3 puntos el coeficiente intelectual." 
Stein plantea que la exposición al plomo contribuye a la aparición de una variedad de problemas que incluyen trastornos de atención, memoria y coeficiente de inteligencia y además se ha encontrado una fuerte relación con conductas agresivas y patrones de conducta delictiva en niños menores de 11 años. Según un estudio desarrollado por psicólogos de la Universidad de Pittsburgh, estos niños tienen más posibilidades de fumar, beber alcohol y consumir drogas cuando son adolescentes."
Los tóxicos ambientales y su impacto en... (PDF Download Available).

Lo lamentable es que las advertencias producidas en este y otros casos no fueran tomadas en serio hasta que se acumuló una cantidad de evidencia escandalosamente alta. Hoy podrían tomarse medidas respecto a otros factores altamente "sospechosos".

En cuanto a otros factores, como la violencia de ciertos videojuegos, que son "acusados" de fomentar actitudes violentas, por otra parte también mantienen a los jóvenes fuera de las calles, por tanto también lejos del crimen. Expertos del Centro para la Investigación Económica Europea, en Texas, aseguran que ese "efecto discapacitante" compensa más que de sobra cualquier impacto directo que el contenido de los juegos haya tenido en el fomento de comportamientos violentos en los niños.

En U.S.A. se sospechó también de otro factor en la caída de la delincuencia en los últimos años; "el efecto Obama": según Alfred Blumstein, un reputado criminólogo "La expectativa previa era que la recesión podría tener el efecto contrario. La cuestión entonces es "¿Qué evento distintivo ocurrió en 2009?. La elección de un presidente negro -dice el experto- puede haber servido de inspiración a cierto número de jóvenes también negros, normalmente envueltos en robos y homicidios de forma desproporcionada respecto al porcentaje que esa raza representa en el total de la población. "
Un estudio sobre calificaciones escolares apoyaría la hipótesis; la llegada a la presidencia de Obama (el primer presidente afro-estadounidense) motivó a algunos adolescentes también afro-estadounidenses a esforzarse más en los estudios.

Leer sobre otras teorías sobre reducción de la criminalidad en USA

La importancia de evitar la comida chatarra o comida basura 

«La pandemia de violencia en las sociedades occidentales podría estar relacionada con lo que comemos o dejamos de comer. La comida 'basura' no sólo puede provocar enfermedades, también locura». "Los cambios alimenticios han sido un experimento incontrolado que ha contribuido a incrementar en la sociedad los niveles de agresividad, depresiones y muertes por accidentes cardiovasculares».
Joseph Hibbeln, científico que ha estudiado los vínculos entre agresividad y comida 'basura'

"Tengo el convencimiento absoluto de que hay un vínculo directo entre la dieta y los comportamientos antisociales: una dieta mala provoca reacciones malas y una dieta buena las previene».    
Lord Ramsbothan, antiguo jefe de prisiones del Reino Unido

“El hecho de tener una mala dieta representa ahora un mejor indicio para predecir futuros actos de violencia, comparado con el hecho de haber podido tener comportamientos violentos en el pasado. En realidad, al vaticinar un eventual comportamiento delincuente basándose en un pasado de delincuencia, cabe, en las estadísticas, una posibilidad casi aleatoria de que sea correcta tal predicción. De igual manera, un diagnóstico de psicopatía, que en general está percibido como ser un mejor indicio que un pasado de delincuencia, aún se queda kilómetros atrás de lo que se puede vaticinar sólo por mirar lo que come una persona.”
Bernard Gesch, Fisiólogo de la Universidad de Oxford

A la vista de la importancia de evitar la dieta basura (excesivamente rica en azucares y harinas refinados y grasas trans), parecería lógico que colegios e institutos de educación secundaria evitaran la venta en máquinas expendedoras de chuches (golosinas y bollería) y bebidas azucaradas, a la vez que controlar mejor el menú escolar (que normalmente deja bastante que desear incluso nutricionalmente, para así mejorar la salud física y mental, el rendimiento- de los alumnos.... y pacificar las clases. 


Dormir poco también podría ser otro factor que incrementara la agresividad. Según una investigación realizada por la Universidad Internacional de la Florida, la falta de sueño puede ser un factor determinante para que un adolescente caiga en actividades delictivas. Esto se debería a que su autocontrol se reduce notablemente, ya que con el cansancio no logra analizar correctamente las consecuencias de sus decisiones. Una recomendación correctora podría ser que los padres controlaran los hábitos de sus hijos adolescentes, no dejando encendidas luces (que inhiben la producción de melatonina) ni el wifi por la noche, o imponiendo unos horarios estrictos para dejar de ver televisión o usar el ordenador a partir de cierta hora. Desde el profesorado también podría educarse, fortaleciendo así la actitud educadora de los padres. También se me ocurre que la moda de tomar café cada vez a más temprana edad puede interferir en el sueño, pues su exceso (o en personas sensibles) produce insomnio; por tanto indirectamente produciría mayor irritabilidad.
Por supuesto, es fácil caer en la cuenta de que por mucho que alguien se mejore a sí mismo o a sus hijos, esto no evitará que sea víctima de la violencia de otros que no se preocupen en tomar medidas. Iré a ello más adelante.


El presumible papel de las "otras drogas"

La dieta chatarra, la falta de sueño y el exceso de tv (o juegos online o lo que lo sustituya ahora) se sumarían a la ansiedad causada por el "estilo" de vida hiper-excitante de las grandes ciudades, y el sistema educativo competitivo y exigente desde la adolescencia, agravado por la falta de tiempo libre para el juego y el ejercicio. No sé hasta que punto estos factores podrían estar actuando conjuntamente en la potenciación de trastornos como la depresión o los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDA-TDAH), pero parece ser demasiada la gente (incluyendo niños) que se está tratando con medicamentos cuyos efectos secundarios son potencialmente muy peligrosos

El suicidio homicida del piloto alemán que estrelló un avión en los Alpes podría ser un caso más en los que la medicación antipsicótica recetada provocara un grave empeoramiento del paciente que le llevara a planear un asesinato masivo. También lo podrían ser muchos de los casos de asesinatos en masa perpetrados por personas en tratamiento psiquiátrico mediante psicotrópicos. Sería como mínimo muy poco prudente afirmar que el riesgo de administrar estos medicamentos masivamente es mayor que el de dejar de hacerlo, pero lo que sí parece claro es que habría que señalar las causas de que cada vez más personas parezcan necesitar de estos anti-psicóticos de comprobada peligrosidad y efectos adictivos.  



La pobreza, otra vez
Seguramente a muchos habrá impactado ver relacionada una ley de legalización del aborto con la reducción en los índices de criminalidad, pero en realidad no es el aborto en sí lo que reduce el crimen, sino la situación de precariedad material y afectiva que el aborto puede impedir. Aclaro que no estoy haciendo una valoración positiva del aborto, sino demostrando que debería evitarse por otros medios que no fueran simplemente la prohibición.

También la comida chatarra está directamente relacionada (aunque no siempre) con la precariedad material (pobreza), pues los alimentos sanos son más caros, además de que requieren interesarse por la dieta y dedicar tiempo a comprar y cocinar.

La pobreza, que es una lacra social por si misma (como no me canso de repetir) debería evitarse también para reducir la delincuencia, porque pobreza y agresividad están estrechamente conectadas. Además de educación familiar "deficiente" y "descuidada", mala alimentación, tendencia al alcoholismo o la drogadicción, se producen otros efectos que son a su vez causas generadoras de conductas agresivas, como la convivencia en viviendas urbanas demasiado pequeñas, es decir, en condiciones de hacinamiento, que se ha comprobado que causa graves tensiones que a menudo derivan en actos violentos, muy frecuentemente entre miembros de la propia familia. 
Por otro lado, los bloques de apartamentos populares (económicos) normalmente se encuentran alejados de parques y jardines, únicamente rodeados de cemento gris y asfalto, cuando no fábricas o ruidosas vías de tren o autopistas, todo lo cual no sirve para atenuar, sino que agrava la tensión que se va acumulando por las difíciles circunstancias vitales de la gente de menos recursos.



La violencia en la ciudad
Las prisas, el estrés por el ruido y la velocidad, el denso tráfico, las aceras repletas de gente, la concentración de "criminales profesionales" (también por la acumulación de "presas", que lo atrae), todo ello hace de las grandes concentraciones urbanas un caldo de cultivo de la violencia. Por si fuera poco, el día a día va alterando la percepción de la normalidad y crea un cierto sentido de aislamiento psicológico, que explicaría que sucedan agresiones o atropellos sin que las víctimas sean socorridas inmediatamente por los transeúntes que están alrededor.

Igual que el hacinamiento en espacios reducidos incrementa la agresividad (algo comprobado con primates y otros mamíferos superiores, en los zoos), también se sabe que la concentración de muchos individuos en un mismo área (mayor densidad) es una causa de incremento de la agresividad, independiente de la falta de alimento u otros recursos. Es la escasez del espacio en sí lo que genera enfrentamientos, no necesariamente la lucha por los recursos por parte de un mayor número de individuos (los animales de los zoos se volvían agresivos cuando se juntaban en poco espacio, pese a continuar bien alimentados).

Bullying y violencia en institutos. La controversia de las armas de fuego


Familias des-estructuradas, alumnos problemáticos, profesores desatentos y políticas "raras".

Los jóvenes son el futuro, pero no parece que tal afirmación se tome siempre en serio. Tras el último dramático estallido de violencia juvenil perpetrada con armas de fuego en USA, país donde un menor puede hacerse con un arma de fuego sin excesiva dificultad (aunque sea ilegalmente), su presidente insinúa una solución en consonancia con la rareza de todo lo que rodea a las armas de fuego: que algunos profesores de instituto pudieran llevar armas en clase; lo cual parecería una estrambótica huida hacia adelante, que complicaría todo un poco más aún, incluido que los profesores pudieran concentrarse en la clase o que se mantuviera un vínculo con los alumnos.

Hemos analizado someramente algunas causas ocultas de la agresividad social; ahora voy a empezar a proponer algunas opciones de solución, en particular en relación a la seguridad en escuelas e institutos,

Más juego y menos exámenes
Afirmar que los exámenes provocan un incremento de la agresividad, y por tanto de la violencia, sería por lo menos una exageración; sin embargo, sí podrían tener una conexión invisible.
Una forma de pacificar las escuelas e institutos, o más bien a sus alumnos (y profesores) sería aplicando cambios en el propio sistema educativo, de modo que la educación fuera más consistente en cuanto a aprendizaje creativo, a la vez que fomentando mayor socialización mediante el trabajo en equipo, el juego y el deporte, reduciendo la tensión y el estrés (inútil, por otro lado) de los excesivos exámenes.
Además de calmar a los alumnos mediante estas medidas, se podría enseñar meditación, respiración, mindfullness, etc. Todo ello serviría también para que los alumnos se conocieran mejor unos a otros (incluidos profesores y alumnos). Algunas actividades podrían involucrar también a los padres, cuyo  papel educativo no deja de ser fundamental.  


Reducir el número de alumnos máximo por clase
Ya se ha mencionado el "misterioso" papel del espacio insuficiente en la generación de tensión, por tanto, esto y la incapacidad de los profesores de atender mayor número de alumnos, deberían ser razón suficiente, pues redundaría en mejor desempeño y mejores oportunidades por parte de algunos alumnos.

Otra opción alternativa sería la de realizar algunas asignaturas en clases separadas, más pequeñas, de modo que sea más fácil el contacto alumno-profesor y un seguimiento más personalizado. 
De algún modo los alumnos deberían tener cierto control sobre quienes sean sus compañeros de clase, quizá separando asignaturas y clases. 
Facilitar las denuncias anónimas.

Una posible -y controvertida- opción sería No obligar a nadie a asistir a clase, a partir de los 14 o 15 años. A esa edad se puede haber aprendido todo lo esencial, y más, para seguir aprendiendo lo demás por cuenta de uno. Por tanto no tiene sentido empeñarse en mantener chicos obligatoriamente en ninguna escuela o instituto, si ellos lo hacen totalmente desganados y si los padres tampoco se implican. 
Por otra parte, hay muchas posibles formas de ganarse la vida sin estudiar en un pupitre y pasarse el curso preparando exámenes (en lugar de aprender), y muchas cosas se aprenden sobre la marcha. Muy buenos oficios, bien pagados además, dependen de habilidades no exclusivamente "intelectuales" (el intelecto está sobrevalorado, de todos modos): deportista, bailarín, cantante, músico, artista, emprendedor, inventor, diseñador, artesano, cocinero, etc. Todos somos diferentes y con habilidades diferentes. En la escuela, en cambio, se nos pretende uniformar mentalmente, obligando a todos los chicos y chicas a "pasar" unos exámenes standard de materias obligatorias, lo cual es una aberración. El Elemento (Flow) de Sir Ken Robinson, experto en educación, es una excelente referencia bibliográfica, que ilustra la idea de que las personas podrían ser más felices y prosperar más si el sistema educativo no forzara a todos a someterse a largos estudios, superando asignaturas ásperas, indeseadas y muy poco prácticas.


Armas inteligentes
La tecnología tiene también algo que aportar, sobre todo si no se considera viable políticamente la prohibición de la posesión de armas (porque va contra la Segunda Enmienda de la Constitución de los EE.UU.). En tal caso, debe considerarse seriamente la sustitución del arsenal actual por otro de armas inteligentes, armas que se activan únicamente en manos de personal autorizado (o sus propietarios legítimos). Esta funcionalidad ya es posible por distintas tecnologías, pero se están desarrollando algunas especialmente eficaces, capaces de reconocer la "huella" del usuario, o de activarse mediante un brazalete, anillo o chip que el propietario llevara consigo. También existen soluciones para adaptar armas convencionales añadiéndoles esta funcionalidad.
No es una solución ideal, ni infalible, pero si se niegan otras opciones debería considerarse ésta.
Más fácil que esto (aunque podría ser aplicado adicionalmente) sería idear un nuevo registro de armas, más detallado, y que los propietarios de las armas se vieran obligados a responsabilizarse del uso que cualquiera pudiere hacer de estas.

Vigilantes de seguridad y/o policía
Además de cámaras de seguridad, sería prudente considerar la posibilidad de que centros de cierto tamaño dispongan de vigilancia de seguridad bien entrenada (y éstos sí podrían disponer de armas de fuego). No tiene sentido que una pequeña sucursal bancaria o una tienda de bolsos de lujo tengan vigilante de seguridad y otras medidas de protección adicionales, y un colegio o instituto con cientos de alumnos no tengan más que un portero y no se tomen medidas de seguridad. Sabemos que allí no van a ir a robar, pero sí se pueden producir secuestros o tiroteos que atenten contra la vida de los alumnos y profesores, luego deberían establecerse unos protocolos de seguridad.


El tema de la violencia juvenil y el Bullying debe tomarse muy en serio, porque puede dar lugar a una actividad violenta de por vida, pero también porque siendo ocasional igualmente causará sufrimiento en otros. A veces el profundo malestar psíquico de las víctimas de alguna forma de violencia o abusos puede no manifestarse, pues no todos responden vengativamente o agresivamente contra otros, pero igualmente pueden dar lugar a situaciones muy dolorosas y demasiado a menudo también en desenlaces dramáticos.

Otra forma de luchar contra la violencia sería con clases de ética  (o historia de las religiones), en las cuales se enseñaran valores morales de respeto al otro, y a uno mismo, igual que espíritu de sacrificio y estoicismo. La vida no es como vivir en un parque de atracciones, y puede que sea un valle de lágrimas, pero tampoco arregla nada echar la culpa al primero que te encuentras, o que la agresividad se enquiste en el carácter. Cuando algunos problemas no tienen solución hay que saber ponerlos en cierta perspectiva. Todo eso debería enseñarse desde la escuela; creo que es mucho más importante que el análisis gramatical o las ecuaciones de segundo grado (por muy importantes que sean las matemáticas).

Prevención Pasiva y Activa
Hay medidas encaminadas -aunque sea indirectamente- en la reducción de la agresividad, como son los ejercicios de respiración, el Yoga, la Meditación o el Mindfulness. Otras más directamente relacionadas, como es un menú sano, evitando la comida chatarra, tal como se demostró en experimentos en la cárcel, que redujo las explosiones de violencia entre los presos.
Otra posible medida indirecta que mejorara la salud y la oxigenación seria acudir en bicicleta al instituto (que haría también más difícil llevar encima una escopeta).

Otras medidas tienen como finalidad protegernos de las explosiones de violencia, cuando éstas ya se han producido o son inminentes, como podría ser evitar el uso de mochilas y revisar visualmente a los alumnos y la entrada de objetos (algo que tendría que realizar personal de seguridad entrenado).  Los libros electrónicos (o tabletas o laptops) y las taquillas para resto del material, facilitarían que se prohibiera el uso de mochilas, que por otro lado son nocivas para el desarrollo de la columna vertebral, siendo una causa frecuente de escoliosis.

PHILIP ZIMBARDO - La psicología del mal

En resumen, son muchas las medidas que deberían considerarse, pero éste no pretende ser un artículo exhaustivo. La psicología conductista tendría aún algunas ideas que aportar, así como considerar que la adolescencia es una edad muy crítica por el desarrollo sexual. Hoy día un problema detectado, entre otros por el Dr. Phil Zimbardo, el autor del famoso experimento de la cárcel, desvela que existe un grave problema de adicción a la pornografía propiciado por internet, por lo que se están dando pautas de comportamiento que impiden la socialización normal. 

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