El poder de las malas ideas ampliamente aceptadas


"La única arma segura contra las malas ideas son las mejores ideas"
Alfred Whitney Griswold

Las ideas siempre han cambiado el mundo, por lo que -aparentemente- teniendo mejores ideas tendríamos un mundo mejor. El problema es que pensar para tener buenas ideas no es precisamente una tarea fácil. Lo fácil es dejarse dominar por las emociones negativas, prejuicios y miedos, manteniéndose en una "parcela" de conocimiento estrecha y distorsionada, que presumiblemente dará resultados muy pobres (en el mejor de los casos). Ante esta tendencia natural, se puede al menos intentar forzar un pensamiento creativo y crítico, enfocado en soluciones alternativas, que conecte los puntos y facilite una comprensión  más amplia. Desde luego no es fácil, pero tampoco imposible.

"Desgraciados los hombres que tienen todas las ideas claras"
Louis Pasteur


No es cuestión de dinero. A menudo, un dinero gastado irreflexivamente produce efectos negativos. Será mejor una buena idea con un poco de estrategia que una gran inversión sobre una idea mediocre.

Ejemplos de malas ideas mas o menos evidentes (si se piensa un poco): fomentar el reciclaje (y la incineración de residuos) mientras no se hace casi nada para evitar la producción de envases (especialmente los de plástico); intentar evitar la inmigración ilegal construyendo gigantescos muros fronterizos o deportando a los indocumentados; evitar la criminalidad construyendo más cárceles; “luchar” por la paz mediante inversiones multimillonarias en armas, buena parte de ellas de destrucción masiva; tratar de salvar la tesorería de la Seguridad Social estimulando la natalidad o la inmigración (o retrasando 10 años la edad de jubilación); ...


;... invertir durante décadas ingentes recursos en desarrollar una perfectamente prescindible nueva forma de energía nuclear (fusión); intentar frenar el cambio climático con geoingenieria, más eficiencia energética o sustituyendo los coches de combustión interna por potentes coches eléctricos; trabajar más horas para “salvar” la economía; facilitar la libre circulación de dinero y mercancías mientras se prohíbe la libre circulación de personas


;planificar programas de colonización espacial mientras seguimos echando a perder la habitabilidad del planeta Tierra (a pasos agigantados), exigir a los estudiantes que memoricen cada vez más información y dominen más lenguas, mientras se bloquean su curiosidad y creatividad innatas, etc.. El hecho de que todas estas ideas aún cuenten con un apoyo tan grande no indica que sean útiles sino que muchísimas personas con poder de decisión rehúsan pensar críticamente o aceptar opciones más imaginativas.

"Lo que conduce y arrastra al mundo no son las máquinas sino las ideas" 
Victor Hugo


"La Fusion estará lista cuando la sociedad lo necesite".
Lev Artsimovich, físico soviético, "Padre del Tokamak" 

Se emplean enormes recursos de talento, ingenio y creatividad en lograr objetivos sobre los que se ha reflexionado muy poco para verificar si valen la pena, y por ello a menudo estos objetivos resultan contraproducentes. Se dedican enormes recursos económicos, materiales y humanos a lograr objetivos que se han decidido en un par de días por un puñado de personas, normalmente sin demasiados conocimientos sobre los asuntos en cuestión, ni tiempo de leer los informes de sus asesores (que -por otra parte- probablemente estén contando lo que quieran oír quienes les pagan).


Es decir, existe un desfase enorme entre los medios dedicados a desarrollar un objetivo fijado y los medios dedicados a determinar cuales han de ser esos objetivos, cuando solo un poco más de tiempo, energía mental y estrategia dedicada a ello podría marcar la diferencia. También supondría una diferencia entre ganar unas elecciones "por los pelos" y con los votos de ciudadanos profundamente escépticos*, y disponer de amplio respaldo durante el tiempo necesario para acometer cambios más ambiciosos.
* Ciudadanos que votan “con la nariz tapada”, sin que les guste en absoluto la candidatura o programa votado, pues votan contra lo que odian o ignoran.



Los gobiernos de países, regiones y ciudades dedican muchísimo dinero y recursos a objetivos sobre cuya utilidad real no se ha reflexionado apenas, que no benefician a casi nadie y que a la gente -en el fondo- apenas importan, porque los políticos se han convencido de que así podrán conseguir algunos cambios rápidos en las magnitudes macro-económicas (o al menos en la percepción de los votantes) que se traduzcan en mayor número de votos en las siguientes elecciones.

"Como los trenes, las buenas ideas llegan con retraso" 
Giovanni Guareschi



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http://blogs.discovermagazine.com/crux/2016/03/23/nuclear-fusion-reactor-research/#.W0YpytL7SvM

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