Desigualdad extrema y Pobreza; ¿Por qué?

¿Por qué hay aún tanta hambre -y pobreza- en el mundo?
Posibles causas de la desigualdad extrema


Aunque parezca el título de un artículo dominical de alguna revista eclesiástica, lo que voy a tratar de hacer es una análisis entre filosófico y pragmático, centrado en la situación actual y en lo concreto, evitando excesivas abstracciones.

En primer lugar, debería intentar aportar unas definiciones propias.
Pobreza: situación de penuria material, escasez de recursos básicos, en la que es muy difícil cubrir las necesidades más esenciales, como una alimentación equilibrada, una vivienda adecuada, ropa, educación básica, etc. Suele asociarse a la escasez de dinero, aunque también una gran inflación o una escasez generalizada de los bienes más básicos producen el mismo resultado; por otra parte, aún puede vivirse con muy poco dinero pero buena calidad de vida en ciertos lugares y circunstancias.
Hambre: forma extrema y cruel de pobreza, en la que no puede tampoco cubrirse la necesidad más esencial de todas (la alimentación) por un tiempo prolongado o de forma regular. El hambre no siempre está relacionado con la pobreza en cuanto a la falta de dinero u otros recursos, se ha producido también por situaciones como guerras, sequías, cambios climáticos o catástrofes naturales.

¿Cual es la relación entre pobreza y escasez de dinero?

Aunque normalmente la escasez de dinero definiría la pobreza, en el caso más opuesto, ésta también se puede agudizar por la existencia de dinero si éste se distribuye muy desigualmente.
Durante miles de años la humanidad se las apañó sin dinero, que hasta hace muy poco se empleaba únicamente para el comercio y el intercambio de algunos bienes y servicios. No hace falta ir muy atrás en la historia; en el medio rural de hasta mediados del siglo XX, en la mayoría de países, la vida no dependía del dinero en la medida que dependía en las ciudades.
Durante buena parte de la vida de mis abuelos, en España, o no se pagaban impuestos (no existía el IVA ni el IBI, ni todavía los campesinos -ni muchos trabajadores- hacían la declaración de la renta) o se pagaba tan solo una fracción de lo que se paga hoy. Las casas eran construidas con recursos locales, de forma artesanal, por gente del entorno, por muy poco dinero. En los pueblos solía haber cierta autosuficiencia; por ejemplo, la modesta granja de mis abuelos tenía unas cuantas vacas, cerdos, gallinas y conejos, además de huertos para alimentar a los animales y para la familia, por tanto no necesitaban comprar más que algo de ropa de vez en cuando (poca porque no se habían importado aún ni el pret a porter ni las boutiques, ni mi abuela estaba suscrita a ninguna revista de moda) o compraban de tanto en tanto alguna herramienta o utensilio de cocina (todos muy básicos, como algunos cuchillos y cubiertos). Recuerdo que preparaban incluso su queso y embutidos. Los muebles pasaban de una generación a otra y se reparaban. No tenían coche pero todo lo necesario para el día a día estaba lo suficientemente cerca como par ir andando o en bicicleta. No sabría decir si su vida fue menos emocionante que la de mis padres, pero es un hecho que mis abuelos vivieron más años que mis padres, a pesar de todos los avances de la medicina moderna. Durante la guerra civil española y en los años posteriores, en Madrid, donde estudió mi padre durante los años de la posguerra, hubo estrictos racionamientos que llevaron a buena parte de la población -incluido mi padre- a experimentar la dureza del hambre; sin embargo en la mayoría de los pueblos, como el de los padres de mi madre, la gente no experimentaría esa situación de escasez extrema.

Actualmente, cuando leo lo que se escribe acerca de la supuesta reducción global de la pobreza, deducida a partir del menor número de personas que percibe hasta 2 dólares diarios (la cifra “mágica”), me pregunto si eso significa algo, cuando la inmensa mayoría de pobres que han dejado de serlo (según tales estadísticas) son chinos que se desplazaron del medio rural a la ciudad, lo cual no significa que ahora tengan todos ellos mejor calidad de vida, ni -aún menos- que sean más felices; lo que podría significar es que ahora toda su economía es monetaria, es decir, que pagan por cada grano de arroz que comen, por el agua y por todo aquello que antes obtenían “gratuitamente”, o era mucho más barato, y por tanto podían vivir con mucho menos dinero.

- "Mas cornás da el hambre". Respuesta de Miguel García Cuesta, "El Espartero", torero sevillano que vivió a finales del siglo XIX, a un banderillero que le preguntó por qué seguía toreando pese a las numerosas cornadas recibidas.

Las cifras de reducción de la pobreza podrían ser como las del desempleo: publicidad engañosa
Es tan fácil reducir estadísticamente la pobreza como el desempleo; en el caso de la pobreza se mide todo monetariamente, sin poder ajustar -de un modo mínimamente preciso- al valor relativo ni considerar otros recursos; En el caso del desempleo se facilitan los mini-jobs y se contabilizan como no-desempleados también los que trabajen tan solo unas pocas horas a la semana en trabajos absolutamente precarios. Las estadísticas son una herramienta maravillosa para la propaganda.

Pero, insistamos; ¿por qué hay aún tanta pobreza?

Como en toda gran pregunta, no hay una sola causa o respuesta, sino una combinación de ellas.
Solo como introducción, de forma muy abstracta y sintética respondería que la causa de la pobreza -y del hambre- suele ser casi siempre el egoísmo humano, además de la poca visión de largo alcance o largo plazo. El egoísmo lleva a unos a obtener riqueza a costa de otros, y la falta de visión de los demás les lleva a permitirselo, no oponiéndose a ello de alguna forma organizada.
Un poco más en concreto, la desigual distribución del dinero seguramente sea la principal causa, pero ya hemos visto que no es la única. La inflación general es otra. El desempleo y la dificultad de auto-empleo por exceso de trámites burocráticos, impuestos y requisitos legales. Otra serían los bajos salarios mínimos, en relación con el coste creciente de lo más imprescindible (vivienda y alimentación).
Otra causa sería la burbuja inmobiliaria generalizada, o inflación inmobiliaria. Sobre todo en las ciudades, pero ya en casi todas partes, el costo de adquisición de una vivienda, o de un simple alquiler, supone la mayor fracción del gasto total. Esta situación no es casual, y obedece también a varias causas, pero -aparentemente- se ha agudizado intencionadamente (al legislarse para la escasez de suelo, y coincidiendo con la bajada de intereses de los créditos se alargó espectacularmente el plazo máximo de amortización y el porcentaje máximo de financiación) dándose las condiciones para la tormenta perfecta.


Sobre el desempleo, éste podría atajarse definitivamente si se acordara reducir las jornadas medias de 8 a 6 horas (o menos), aunque 6 es un número redondo, resultado de dividir las 24 horas entre 4, (como 8 es 24 entre 3).
Otra política, en este caso contraproducente, es el cambio impusto sobre la edad de jubilación, cambio aplicado sobre el erróneo fundamento del aumento de la esperanza de vida, que no es más que otro “error” estadístico. Ya lo expliqué en otro post, pero lo que aquí me interesa es resaltar que al mantener a gente mayor hasta edades avanzadas impediría a otros más jóvenes acceder al mercado laboral, además de que -en la práctica- muchos optarán por pre-jubilarse por lo que sus pensiones se verán drásticamente reducidas, es decir, pagar menos prestaciones por jubilación para “salvar” el sistema de seguridad social, mal diseñado desde sus inicios, con la excusa de un -falso- aumento en la esperanza de vida .

Deficiente distribución / concentración de la riqueza

Es fácil ver que al no existir en la practica algo que pudiéramos llamar justicia gratuita, las leyes acaban siendo diseñadas o aplicadas en favor de quienes están en ventaja económica, pues pueden dedicar mayores recursos legales a luchar por sus “derechos”. Ello explica -por ejemplo- que las leyes de propiedad intelectual justifican no solo que los libros permanezcan en manos de las grandes editoriales por 80 años o más, sino que se anteponga el interés comercial incluso en los casos de medicamentos que podrían salvar millones de vidas. O que se permita la especulación pura y dura con comodities tan vitales como el maíz o el trigo con el que se alimentan gran parte de la población mundial, cuyas bocas ahora también tendrán que disputarse el maíz con los conductores que llenen de etanol los depósitos de sus automóviles “ecológicos”.

La concentración de riqueza en pocas manos, o de poder en cada vez menos corporaciones, algo que ocurre incluso con las multinacionales alimentarias, que presionarán -indirectamente- para que los proveedores “ajusten” sus precios para lograr ser más “competitivos”.

La destrucción creciente de la competencia crea un mercado que en la práctica es ya un oligopolio, en el que las grandes empresas absorben o destruyen a las que no pueden mantener el ritmo, por lo que cada vez habrá menos opciones reales y los proveedores no podrán negociar con un mínimo de fuerza.

Si tiramos del hilo para tratar de descubrir que hay tras todos estos cambios, y por qué se permite que todo fluya hacia una mayor concentración de riqueza, constatamos que los mecanismos democráticos son disfuncionales. Los parlamentos no son capaces de crear ni mantener las condiciones para el desarrollo social en igualdad de condiciones, ni para que la clase trabajadora deje de perder calidad de vida año tras año. Mientras no se eduque a la gente en los mecanismos de la democracia, para que así pueda participar más activamente y exigir correcciones (o al menos una actuación correcta y recta) no podremos esperar más que conformismo y aceptación resignada. Por tanto, otros factores causantes de pobreza serían la insolidaridad y la incapacidad de organización por desconocimiento.

Así como una prolongada sequía puede ser causa de hambre, la dificultad de acceso al agua, el recurso más básico de todos, es una causa de pobreza extrema y crónica.

Pero, entonces, ¿no hay nada que pueda hacerse?

Si, muchas cosas, además al atajar la pobreza se actuaría eficazmente contra con el hambre, que debería ser considerado un problema de primer orden. La cuestión no es si puede hacerse algo que funcione, sino ponerse de acuerdo para tomar una serie de medidas concretas que sabemos que tienen muchas posibilidades de éxito.

Son muchas las cosas que pueden hacerse a nivel particular para influir en nuestras comunidades y países, y muchas también las que pueden hacerse a nivel colectivo. Para las primeras solo es necesario ser consciente de su utilidad, para las segundas debemos organizarnos y ponernos de acuerdo. Empecemos.

El poder de la ciencia y la tecnología


La tecnología nos ofrece hoy algunos lujos y comodidades que mis abuelos hubieran considerado increíbles en su infancia; entre otras cosas, hasta que no fueron adultos no conocieron ni la televisión (tampoco en blanco y negro) ni los automóviles; de niños vivieron casi como se vivía un siglo atrás, pero ya de ancianos habían conocido inventos como la televisión en color, los CDs, los teléfonos inalámbricos (no los móviles), la calefacción central, las ventanas de doble vidrio, el horno micro-ondas, las calculadoras de bolsillo o los relojes digitales, entre otras novedades. Tan solo una generación antes pasaría lo mismo con el automóvil, el teléfono y la radio.
Actualmente los desarrollos tecnológicos parecen acelerarse., En los hogares, los ordenadores personales con conexión a internet, el GPS, los smartphone o las televisiones 3D son objetos ya tan comunes como habitual los viajes en avión o en trenes de alta velocidad, viendo en los paisajes grandes instalaciones de energía solar o gigantescos aerogeneradores. Probablemente en algunos años más sean igual de comunes los automóviles eléctricos autónomos, la domótica, la carne cultivada, los vuelos suborbitales turísticos, las prótesis inteligentes o la realidad aumentada; quien sabe si entonces también los ordenadores cuánticos sean realidad, o si la inteligencia artificial llegue a superar claramente, en todas las áreas, a la inteligencia humana; si la energía será completamente renovable y el transporte rodado limpio y seguro.

La cuestión crítica sería; ¿Tenemos derecho a soñar con estos magníficos avances sin intentar antes acabar con el hambre y la pobreza extrema en el mundo?



Como me fascinan algunas de estas grandes ideas e innovaciones, algunas de ellas del ámbito de la ciencia y la tecnología, he ido recopilando mucha información, que iré divulgando en este blog, así como en su versión de tumblr.

Algunas ideas “excéntricas” y cuestiones potencialmente generadoras de prosperidad universal, que se analizarán en los post de Eidon Xplorer

- Algunas formas obtener agua donde no hay pozos ni rios: Obtención de Agua del aire atmosférico,
Tecnologías rentables de Desalinización mediante Energía Solar
- Reverdecer zonas áridas, recuperar bosques
- Tecnologías de materiales o energéticas a partir de algas u hongos
- Materiales biodegradables y otros materiales alternativos
- Agricultura biointensiva: obtener más producción en menos espacio.
- Permacultura: más que agricultura inteligente. De la “Senda Natural” de Fukuoka a las ideas de Holmgren y Mollison. El Nengo Dango y otras ideas geniales de la Permacultura
- Ingeniería básica / tecnología apropiada. Entre el High Tech y el Low Tech
- Energía 100% renovable, solucionando el “problema” de su intermitencia
- Energía solar nocturna, conversión del calor en frío, reciclaje de energía y otras curiosidades
- Bio-construcción y bio-climatismo: sistemas de acondicionamiento pasivos
- Bicicletas híbridas para todas las ciudades: el potencial futuro de un invento veterano.
- Micro-créditos -también- para “ricos”
- Salud básica gratuita y salud preventiva
- Sistemas de saneamiento alternativos
- Vivienda social como derecho universal: otras formulas alternativas (rehabilitación, co-housing, construcciones ligeras y reciclables, etc.)
- Planificación familiar gratuita
- Educación para la solución creativa de problemas
- Nuevos planteamientos para la Seguridad Ciudadana
- Las promesas del Comercio Justo
- Monedas complementarias como pulmón económico para trabajadores y desempleados
- Renta básica universal; más una necesidad imperiosa que una lejana utopia
- Combatir la inflación y llevar a cero la tasa de interés, Introducir la “oxidación” del dinero
- Jornada laboral máxima de 6 horas diarias, o 30 semanales; Prejubilaciones parciales, o años sabáticos
- Formulas y tecnologías para una democracia más participativa: la tecnología block-chain
- ¿Pueden las criptodivisas aportar alguna solución a la incertidumbre financiera o la inflación?
- ¿Sería sensato empezar a desdibujar las fronteras? ¿Deberían circular las personas con la misma o similar libertad que los capitales o las mercancías?

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